Se trata de una infusión que bebían los indígenas de la región, los guaraníes, y otras tribus con las que se relacionaban, como los qom o los querandíes. Luego de la conquista, los españoles también lo adoptaron y se popularizó hasta nuestros días.
Se obtiene de una planta, la yerba mate (Ilex Paraguariensis), originaria de la zona. Sus hojas son secadas y molidas aunque también pueden llevar o no restos de ramas, pecíolos y pedúnculos florales. En Argentina conocemos a esta yerba como “con palo”. En Uruguay se suelen utilizar únicamente las hojas.
Es una bebida estimulante ya que contiene cafeína, la misma sustancia que se encuentra en el café y, en menor medida, en el té. Según un estudio realizado en la Universidad de Illinois, EEUU, en 2007, se descubrió que posee propiedades antioxidantes, que mejora el sistema hepático y que ayuda a bajar el colesterol, además de ser un excelente diurético, en otras cosas. Puede verificarse en el siguiente link: https://ift.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/j.1750-3841.2007.00535.x
Se cultiva principalmente en Argentina y Brasil, aunque tanto sus propiedades como su sabor hicieron que se haya expandido a otros países. Según el informe de 2019 de la secretaría de Agroindustria de Argentina, los mayores demandantes de este producto a nivel mundial en 2018 fueron Uruguay, Siria, Chile, seguidos por Alemania y Estados Unidos.
¿Cómo se hace un buen mate?
Lo cierto es que cada persona tiene su forma ideal de preparar el mate, y éstas suelen contradecirse entre sí.
Lo que nunca cambia es que, a diferencia del té o del café, el agua del mate no debe hervir. Se calienta hasta los 70 u 80 grados. Suele verterse luego en un recipiente para mantener la temperatura: el termo. Muchos también echan el agua directo de la pava.
Mientras tanto se prepara el mate propiamente dicho: el recipiente donde se acomoda la yerba mate. El mismo puede ser de varios materiales, como madera, cerámica o calabaza. Aunque en Argentina lo conocemos con ese nombre, recibe otros de acuerdo a la región: porongo o guampa en Uruguay, chimarrão en Brasil, etcétera.
Los guaraníes utilizaban una caña para beber el mate. Hoy se utilizan “bombillas” (sorbetes o pajitas metálicas con un filtro en el extremo).
Por lo general se echa la yerba hasta una tercera parte del recipiente, luego se acomoda la bombilla y se echa el agua. Al acto de verter el agua en el mate se lo llama cebar, y a quien lo realiza el cebador.
La forma de prepararlo difiere tantas veces como personas que lo hacen, y las técnicas se contradicen unas con otras. Muchos cebadores se enojan si otra persona revuelve la bombilla. ÉL es el único encargado. Algunos dicen que siempre debe dejarse yerba seca en el mate para ir humedeciéndola de a poco. O que hay que sacudir la yerba en el mate para quitar el polvo que trae (siempre con una mano tapando la boca del recipiente y volteándolo para mover).
Hay quienes lo toman dulce, agregando azúcar para contrarrestar el amargor propio de los taninos de la yerba. En cambio, para otros el verdadero mate debe ser amargo. Muchos agregan hierbas como manzanilla, menta, cedrón y demás, que se encuentran en diferentes regiones. Otros meten a la yerba cáscara de naranja, o incluso café.
Y aunque se hace siempre con agua caliente hay variantes frías. En las regiones cálidas del noreste argentino, Paraguay y el sur de Brasil se hace el tereré, la versión hecha con jugo frío de frutas y bien dulces. El mate de leche también es conocido.
El ritual.
El cebador es el encargado de tomar el primer mate. Cuando termina de beberlo echa más agua y se lo pasa al siguiente en la ronda, que a su vez lo devuelve una vez terminado.
La persona a quien se le da el mate no se debe repetir hasta que haya pasado de nuevo toda la ronda y le toque de nuevo su turno. Si esto sucede por alguna distracción, muchos besan la base del mate y se lo pasan a quien corresponda.
A su vez, cuando se recibe el mate, no se agradece. El agradecimiento viene únicamente luego del último mate, cuando ya no se quiere continuar tomando.
La yerba debe estar húmeda pero no inundada. Cuando el agua ya no es absorbida y se ven flotando trozos de la hoja y del palo de la yerba significa que es momento de cambiarla. Algunos estiman, de acuerdo a la temperatura del agua, alrededor de 15 mates. Pero todos se guían por el sabor. La yerba lo va perdiendo con cada cebada.
Podrán ver que aquí llamamos mate no sólo a la costumbre y acto de beberlo, sino también al recipiente y a la planta. Pero es mucho más que eso: es parte de la cultura. La gente se reúne a tomar un mate, es la excusa para encontrarse y charlar. Cuando se hace en solitario, tomar mate se convierte en un acto íntimo, un momento de introspección. Es algo que se lleva con uno, que hay en cada casa y en cada ocasión. Existen bares o cafés que ofrecen mate, pero son para turistas.
Y ustedes ¿cómo preparan su mate? ¿Son de agregarles hierbas? ¿O se suman a la última moda y le agregan coco rallado? Una forma nueva y sana de darle algo de dulzura. ¿O son más tradicionalistas y lo prefieren amargo? Si no son de aquí ¿se animarían a probarlo? Estamos seguros de que te encantará.
Conozca todo sobre el mate, una costumbre muy argentina.
El mate es más que una bebida. Es una costumbre principalmente arraigada en Argentina, en Uruguay y en Paraguay, aunque también se la encuentra en el sur de Brasil y partes de Bolivia y Chile.